Rozando el sold out con las puntas de los dedos, el Low Festival abrió sus puertas a algo más de 23000 lowers. El festival, que celebró este año su sexta edición en Benidorm, crece cada año a golpe de grandes carteles y una extraordinaria labor de comunicación. Quien escribe estas líneas no es nada amiga del calor ni de las ciudades del Levante, pero por este cartel, bien merecía la pena el esfuerzo y el calor… o eso pensé antes de este fin de semana, en el que ha hecho tanto calor que no tengo claro si los mismísimos The Cure hubieran logrado hacer que compensaran los sudores y sofocos. El caso es que llegué a Benidorm a la última hora del viernes, tras un viaje que se me complicó de todas las maneras posibles y con un pequeño jaleo en la entrada del festival esperándome. Esto me hizo perderme por completo dos de las bandas que arrancaban el festival y a las que tenía muchas ganas de ver: Lyann y Triángulo de Amor Bizarro. A los últimos los vi hace una semana así que el desaguisado no fue tan grande, pero lo de los primeros sí que me dolió un poco más. Aún así, la noche dio para mucho. Pronto tendréis las imágenes y crónicas de los dos días siguientes pero mientras podéis ver las de la jornada inaugural en nuestro Flickr.

Daze Of Dawn

Tras mi desbarajuste de horarios, la primera banda que tenía marcada en mi horario (en rosa, como un descubrimiento que me había llamado la atención) era Daze Of Dawn en el ~~escenario~~ autobús de Red Bull Sounds From Valencia, una iniciativa que ha hecho sonar a más de una decena de bandas de la Comunidad Valenciana durante todo el festival y que estaba cuajada de joyitas. En esta ocasión estábamos ante una banda de power rock, con un sonido por momentos muy clásico y americano pero que me convenció mucho más en formato disco: pasados cuatro temas todas las canciones me iban sonando similares, con un lejano sabor de folk pero cierto frenetismo. No acabé de verlos, en parte porque no me estaban convenciendo, pero sobre todo porque necesitaba cambiar tokens para adquirir algo de comer y de beber y durante las primeras horas del festival las colas para hacer este cambio fueron kilométricas (más de 15 minutos para cambiar y otro ratito para comprar lo que uno necesitara).

León Benavente

Con la maquinaria del festival ya en marcha y muchísima gente esperando para verlos en el escenario Matusalem, debutaron en el Low una de las bandas revelación de los últimos tiempos en el indie de nuestro país. A pesar de su gran popularidad, yo no los había visto nunca y, aunque sus grabaciones me aburren bastante, reconocí, en la media hora de su concierto que vi, que su directo es técnicamente delicioso y que sus canciones ganan fuerza y grandeza sobre el escenario. Una combinación calmada pero potente de la que lamenté tener que abandonar, pero es que la mitad de este concierto solapaba con el de los protagonistas absolutos de la jornada.

The Hives

De traje y locos de atar, vamos, como siempre, se presentaron los suecos The Hives sobre el escenario Budweiser. ¿Qué se puede decir de estos tíos? Pues que están locos. Y que son una de las cosas más divertidas que se puede echar en directo a la cara ahora mismo uno. Reconozco que sus discos me parecen un poco barullo y que muchas de sus canciones me parecen sencillamente iguales. Pero en directo es que nada de eso importa: son sensacionales. Sus conciertos son un catálogo de muecas de terror (véase la foto del siguiente párrafo), patadas voladoras, saltos, gritos, baños de masas y rock frenético y divertido. Con muchísimas interpelaciones en castellano (¿a santo de qué los suecos hablan tan bien español?) en las que Pelle Almqvist no se cansó de gritar “No hay silencio en el concierto de los Hives”, la banda invitaba a todos los lowers a unirse a su demencial ataque de locura.

Por lo que vi desde donde presencié el concierto, la fórmula funcionó a medias: a mi (y a los sectores más cercanos al escenario) el de los Hives me pareció un concierto magnífico, ya no solo por el empeño que le ponen, sino porque sonó francamente bien y la voz de Almqvist tiene un punto verdaderamente particular y roto que me encanta. Pero aunque el escenario principal estaba lleno de gente, la locura de los suecos no llegó a prender en todos los sectores, y vi a mucha gente a la que no le interesaba para nada la actuación. Aún así, no sé qué más tiene que hacer una banda para rendir a todo el mundo a sus pies pero conmigo lo tengo claro: me encantaron. Y la escasa hora justa que tocaron (encima con casi 10 minutos de presentaciones que le quitaron un poco de agilidad al concierto) me supo a poco y me extrañó que como cabezas de cartel no se les concediera un poco más.

Automatic

Jorge Roig from Automatic La corta duración del concierto de los suecos me permitió pasar de nuevo por el Sounds from Valencia para ver a Automatic, una formación cuyo nombre evoca tiempos pretéritos en el indie nacional pero que no parece relacionada con los Automatics. Un sonido britpopero muy sencillo y eficaz que me convenció durante un ratito y que pone a estos valencianos en mi punto de mira. Pero de nuevo, hubo que irse…

Blood Red Shoes

… porque se subían al Matusalem y ante poquísimo público uno de los nombres que más me interesaba de todo el festival, los británicos Blood Red Shoes. Supongo que el reducido número de asistentes que fuimos a verlos tuvo que ver con que casi a la misma hora Vetusta Morla estarían en el escenario principal, pero me parece que perderse a una banda de esta calidad por un grupo al que puedes ver en España como, cuando y donde quieras es un poco tontería. En fin, para gustos los colores: vi casi completo la actuación de este dúo y aunque es cierto que pecaron un poco de excesivamente fríos (no es fácil cuando solo se es dos y no todo el mundo son las Deap Vally) ante el público, su sonido me cautivó completamente. Puede que tenga que ver con que tengo debilidad por las formaciones de guitarra y batería pero el sonido garagero y descarnado que consiguieron me sonó a gloria, metiendo toneladas de ruido y voces muy distorsionadas para crear atmósferas cortantes. Fuimos pocos, pero lo pasamos de vicio.

Vetusta Morla

Hice una pausa rápida en el concierto de los ingleses para pasarme por el principal a sacar unas fotos y ver qué estaban haciendo Vetusta Morla. Muchas veces he manifestado que lo que hacen estos madrileños no me interesa nada, así que no veo motivo para ponerlos a parir: su directo me parece plano y efectista y para colmo su último disco me gusta aún menos que los anteriores. La gente en el concierto parecía encantada y aplaudían a rabiar, así que supongo que si su rollo te interesa, debieron hacerlo de vicio.

Sidonie

Con el himno canadiense para abrir el concierto y la bandera de la hoja roja para decorar el escenario Matusalem, los psicodélicos catalanes se presentaron ante un público numerosísimo. He aquí una banda que, haga lo que haga en sus discos, sabe al milímetro lo que hacer en un festival: darle al público lo que quiere, hacerlo bien y divertir sin concesiones. Sus dos últimos discos no me han dicho gran cosa y, aún así, disfruté como una enana en su concierto: supieron elegir un setlist plagado de éxitos que pusieron a cantar a medio festival. Podría uno argumentar que siempre hacen lo mismo, y podría ser cierto: pero divierten, suenan bien y conectan genial con el público. ¿Qué más se puede querer a las dos de la mañana en un festival? Yo firmo.

Belako

Lamentablemente a la misma hora que Sidonie, Belako empezaban su set en el escenario Wiko (y con el sonido de ambos mezclándose de forma muy desagradable, la verdad). Como en este blog somos fans confesos de los de Mungía, nos pasamos un ratito a verlos y nos llevamos una sorpresa mayúscula: el escenario se les quedó pequeño. La montonera de gente que había para verlos era más que notable, y encima muchos de ellos llegaron a corear varios estribillos. El joven cuarteto respondió bien y, aunque tuvieron fallitos (no completaron el concierto de forma tan impecable a como lo hicieron hace unos meses en el Primavera Sound, aunque fue bastante similar en setlist y formas), convencieron y divirtieron. Su alocado ruido arrancó muchísimos vítores y aplausos y al día siguiente muchos hablaban aún de lo bien que lo hicieron.

Aunque me habría gustado llegar a ver a We Are Standard, las fuerzas no daban para más y hubo que recogerse: todavía quedaban dos días muy largos de Low Festival que había que fotografiar y contar. Pronto tendréis las imágenes y crónicas de los dos días siguientes pero mientras podéis ver las de la jornada inaugural en nuestro Flickr.